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sábado, 16 de octubre de 2010

Por los nuevos....


Aunque la gente se refiere a “arte” enfocándose sobre todo a la pintura o la escultura, realmente hay muchas formas de hacer arte.
Y si hay un arte que me encanta y me entusiasma, que me emociona y me hace vibrar, es la literatura. Cómo las palabras pueden remover nuestra conciencia, hacernos pensar, hacernos sentir, hacernos llorar, hacernos reír… Al igual que algún gran pintor puede dejarnos embobados admirando una de sus obras, un escritor que despierte la misma respuesta en nosotros al leer sus palabras no merece menor reconocimiento.
Pero si antes nombrábamos a Oscar Wilde, hoy quiero dedicar esta entrada a aquellos escritores que empiezan ahora, a aquellos que tendrán éxito un futuro más o menos próximo, aquellos que lo tendrán tras haber muerto (como tantos otros artistas antes) y a aquellos cuya producción se quede encerrada en cajón sin que nadie pueda apreciar su encanto.
Y para ello os dejo un “pequeño” microrrelato  que escribí hace no mucho, y que no sé a qué grupo de los anteriores pertenecerá, pero con el que sólo espero dejar un poquito de mí. Cuando escribo siempre intento mandar algún mensaje, alguna crítica o algún pensamiento o emoción. Espero que con éste lo haya conseguido y que os guste ;)
                PD: Me encanta la mitología, venga de donde provenga :P


Little Boy
            Vagaba por una tierra, antaño fértil, que ahora sabía a polvo y putrefacción. La lengua se le deshacía entre los labios, la garganta se le hacía añicos y la sangre ardía bajo la piel.
            Pero alguna fuerza que lo trascendía lo empujaba a continuar blandiendo su arma contra el invisible enemigo, ya fuera el honor, el deber, el patriotismo.
            Luchar por causas en las que no creía, ése era el gran misterio de su vida.
            Simplemente mataba, un soldado tras otro; las balas atravesaban sus miembros, convirtiéndolos en polvo. Era portador de la muerte, hasta que la muerte lo reclamó para sí. El polvo lo envolvió en una nube letal, ascendiendo hasta el firmamento sin estrellas en forma de un gran hongo. Él estaba fuera y dentro, podía ver la nube de tierra y sentir cómo lo ahogaba y lo destrozaba.
 Algo explotó en su interior y todo desapareció. Sintió la lengua deshecha, la garganta destrozada y la sangre en ebullición. Unos ojos rasgados le devolvieron la mirada vacía… se sumergió en ellos y todo se volvió oscuro.
~*~*~*~
Los ojos se le salieron de las órbitas por la sensación de ahogo. Tosió para tratar de expulsar la tierra inexistente en sus pulmones, pero seguía sintiendo el pecho a punto de estallar. Una mujer lo zarandeó para que reaccionara. Él la miró fijamente hasta que consiguió calmarse.
— ¿Qué me ha pasado? ¿Dónde estoy?
La mujer lo empujó para que volviera a acostarse.
—Estás en Valhalla. Has sido elegido por las Altas Valquirias para participar en la guerra del fin del mundo, en nombre de Odín y todos los dioses.
La observó, perplejo. Ella le sostuvo la mirada, hasta que finalmente resopló.
—Otro escéptico —suspiró con exasperación —. En fin, deja que te lo muestre. Veamos…
Se hundió en sus ojos infinitos, o más bien ellos lo absorbieron en un maremágnum de imágenes indescifrables, que sin embargo le revelaban un significado inequívoco. Era como si el misterio del mundo se resolviera ante él, sin dejar lugar a dudas. La certeza de su muerte lo llenó de pesar, y no supo si llorar o reír. Hasta sus creencias habían quedado reducidas a la nada.
—Mañana a primera hora deberás estar abajo para ir al campo de entrenamiento —le dijo, interrumpiendo el contacto visual. Se notaba que estaba acostumbrada a dar órdenes, y a que éstas fueran obedecidas.
Él asintió con lentitud, intentando asimilar en un suspiro la eternidad de sus circunstancias y la forma del más allá. Soltó una risita delirante. Luchar por causas en las que nunca había creído: aquella sería la gran ironía de su muerte.
Alguien llamó a la puerta y la mujer se levantó para marcharse, mas antes de salir, le preguntó:
— ¿Cómo fue… mi…? — sintiéndose incapaz de pronunciar aquella palabra, decidió cambiar de pregunta —. ¿Dónde estaba?
El rostro femenino se suavizó y le dirigió una última mirada en aquel día.
— En Hiroshima. Cosas de vivos. La llaman Little Boy

Dalayn


5 comentarios:

  1. Un relato realmente conmovedor y rico, a pesar de su brevedad. Aunque, así se demuestra la calidad y la destreza de su autora. Espero que tus relatos no caigan en el olvido o queden recluídos en el fondo de algún cajón; sería una verdadera lástima.

    Artemaníaco.

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  2. Gracias, me alegro que te haya gustado ^^ Yo también espero que no caigan en el olvido, aunque a la que se le olvida retocarlos es a mí, que les hacen falta un repasito y un lavado de cara y ahí están dejados de la mano de Dios XD

    Tengo otro que podría subir, pero es mucho más largo y no quiero agobiar ;)

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  3. ¡Qué facilidad tienes para escribir relatos cortos!Incluso esa otra historia que tienes por ahí y que es un poco más larga la subiría porque ésta se me ha hecho corta.

    Soñaresgratis

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  4. No me esperaba esa respuesta final. Creo que está muy bien, de verdad. Así que te animo a que subas más cuentos tuyos.
    Me gusta como has relacionado al principio y al final lo de "Luchar por causas en las que no creía, ése era al gran misterio de su vida" y luego "Luchar por causas en las que nunca había creído: aquella sería la gran ironía de su muerte".
    También me ha llamado la atención la frase "La certeza de su muerte lo llenó", casi puedo sentir la angustia.
    Me encanta.

    Hazel*

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  5. Me pasé semanas pensando si esto de los blogs funcionaría. Siempre he lamentado descubrir todos los matices que se escondía detrás de "mis alumnos". Repito lo que os he dicho esta mañana: estoy muy satisfecha de haber puesto en marcha el proyecto. Muy bien escrito y narrado. ¡¡Siempre he envidiado la facilidad para redactar un diálogo!! Enhorabuena... espero más.

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