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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Una obra de arte dentro de otra



El otro día, viendo las fotos de mi viaje a Italia de este verano, encontré las de Santa Maria delle Grazie, una iglesia y convento dominico en Milán.
Se trata de una obra declarada Patrimonio de la Humanidad que se acabó a finales del siglo XV y que se convirtió en el lugar de sepultura de los Sforza. En este conjunto arquitectónico se pueden destacar varios aspectos, como la cúpula de base poligonal que es atribuida a Bramante (aunque no se sabe con seguridad), La coronación de espinas de Tiziano que estaba en una de las capillas más antiguas (de estilo gótico) o el fresco de Bramantino que se sitúa sobre la puerta que conduce a la sacristía.
Es una iglesia con una singular característica, ya que se comenzó a construir al estilo gótico en el año 1492 pero, según se piensa, fue terminada en su tribuna, cúpula y claustro por Bramante, al más puro estilo renacentista.


Pero, sin duda, lo más destacado de este convento es su refectorio y el famoso fresco de Leonardo da Vinci, La Última Cena.
Este famoso fresco tiene una "anécdota", si se puede llamar así, aunque si hubiera pasado más de lo que en realidad pasó hubiera sido una gran pérdida para el arte en general. Uno de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial afectó a la iglesia y al convento. El refectorio quedó arrasado, solo unos pocos muros se salvaron, y por casualidad y suerte, uno de ellos fue el de La Última Cena.



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1 comentario:

  1. Italia es inagotable. En una iglesia puedes encontrar cinco obras maestras que te dejan sin respiración. A Milán le debo una visita más extensa...

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