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jueves, 18 de noviembre de 2010

Tendiendo puentes


Este es el nombre de la exposición de fotografías que encontramos en la sala Roig del MuVIM (Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad). Lo que se pretende con esta muestra es crear una relación entre la fotografía del siglo XIX y la del XX, o más que crear una relación podríamos decir que se trata de ejercer una comparación entre los métodos para presentar una imagen.

Las fotografías se exponen a lo largo de un pasillo que hace un pequeño quiebro, de modo que desde el principio no se puede ver el final de la exposición, ni cuán larga es. En las paredes encontramos las imágenes en gran tamaño con una breve explicación en la parte superior sobre el fotógrafo y qué quiere mostrarnos con esas capturas, que podemos leerlo en valenciano, castellano e inglés. En la parte central hay expositores con imágenes del siglo XIX, en los inicios de la fotografía, donde podemos ver ese cambio entre la fotografía de los mismos lugares según el momento.

Esto es producto por supuesto de los avances tecnológicos. Sin embargo la intención no es darles un aspecto totalmente actual e informatizado, sino todo lo contrario. Se tratan con diferentes papeles y técnicas para conseguir resultados muy diversos.


Las primeras fotografías son daguerrotípicas (aunque esta imagen no pertenece a la colección). Por supuesto cuando leemos esto pocos sabemos de qué se trata. Daguerre es conocido como uno de los primeros divulgadores de la fotografía en el siglo XIX. La daguerrotipia es un tipo de procedimiento por el que se fija la imagen de una cámara oscura a una placa de plata, cobre o cristal. Se denomina así porque fue desarrollada y perfeccionada por el propio Daguerre, muy interesado en los nuevos descubrimientos en la fotografía y que como vemos realizó sus propias aportaciones tras las primeras experiencias de Niépce. Pero la muestra de fotografías que encontramos en la exposición no son de Daguerre, sino que han sido realizadas ya en el siglo XXI. He aquí el primer puente tendido.



Después encontramos varias imágenes de Joan Fontcuberta, de su colección Orogénesis. Sin embargo, todas las que hallamos aquí son del Peñón de Gibraltar, y encontramos junto a ellas fotografías del mismo lugar realizadas en el siglo XIX, aunque no son exactamente desde el mismo punto de vista. Además, la técnica es muy distinta: Fontcuberta hace uso aquí de un programa de modelización en 3D con apariencia fotorrealista. De este modo, Fontcuberta suministra una imagen cualquiera (no necesariamente un paisaje), pero como el programa solo sabe transformarlo en accidentes geográficos, obtenemos una imagen nueva y única.

También podemos ver fotografías cuyo papel ha sido tratado de diferente manera al que estamos acostumbrados, de modo que la imagen se difumina y nos da la sensación de estar ante una imagen realizada en el siglo XIX o principios del XX. Además, los lugares están cuidadosamente escogidos para que esa sensación esté más acentuada. En una de ellas, por ejemplo, aparece un avión militar, que bien nos puede recordar a las guerras mundiales.


En otra selección de imágenes, Roland Fischer nos muestra la Alhambra desde una perspectiva distinta: son los mismos lugares que estamos acostumbrados a ver (el Patio de los Leones, por ejemplo), pero con una superposición de espacios anteriores y posteriores, de forma que configura todo el espacio pero donde nos cuesta poder distinguir claramente qué va antes y qué detrás.  Sin embargo, podemos percibir el lugar de una forma general, sin fijarnos en nada en concreto.


Por último dejaré las que más me han gustado, y no por la técnica realizada, sino por la fotografía en sí. La muestras está referida también a la Alhambra, pero Bleda i Rosa adoptan una perspectiva totalmente opuesta a la de Fischer: obvian los lugares habituales, los que todos conocemos, y se adentran en los rincones del palacio árabe transportándonos realmente a siglos remotos. Estamos tan acostumbrados a ver las mismas fotografías que las vemos desde una perspectiva actual. Sin embargo, estos espacios no están tan cuidados, vemos cómo falta pintura en algunos sitios, los mosaicos geométricos no lucen tanto… realmente nos muestran como ese lugar no es de nuestro siglo. Supongo que en este caso, la comparativa es esa: son incontables el número de cámaras que han fotografiado la Alhambra desde que se descubrió la fotografía, y mientras éstas nos suelen mostrar la riqueza y la finura decorativa de aquellas gentes, las que encontramos en la exposición son las que realmente nos transportan al pasado.

Esto es, las razones e ideas de la captura de imágenes han cambiado; es como tener un ordenador por primera vez: primero lo exploras un poco y cuando por fin lo entiendes y sabes manejarlo te atreves a ir sumándole cosas y a buscar nuevos horizontes con él. Lo mismo pasa con la fotografía: sus inicios fueron una fase experimental, el placer de poder plasmar en una instantánea  cualquier elemento, ya fuera paisaje o persona, pues irremediablemente ambos cambian. Ahora, una vez que esos lugares han sido ya plasmados, nuestra intención es darles una perspectiva nueva, intentando transmitir una idea mediante el empleo de otras técnicas u otros puntos de vista. En cierto modo, esta evolución me recuerda al arte griego: cómo una vez que se afianzaron en los recursos para hacer representaciones realistas del cuerpo humano se atrevieron a buscar nuevas técnicas para imprimirles a estos un sentimiento. Aunque quizá no esté tan valorada, no hay duda de que la buena fotografía es un arte.

Dalayn

1 comentario:

  1. Estupendo comentario de la exposición. Me ha recordado un libro que me gustó mucho que relaciona la fotografía y el arte. Es de A. Scharf y te lo recomiendo. Se titula "Arte y fotografía".

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