Siempre me ha conmovido la forma con la que la pequeña sirena entrega su preciada voz, su cola y su inmortalidad por el amor de un príncipe mortal. Un sacrificio por el que no sé si todos estaríamos dispuestos a pasar. Sin embargo, dulce e inocente, lo abandona todo por un pálpito, por un suspiro ligero, por una sonrisa incansable...
También me pregunto, e intento responder, cada vez que leo este cuento, si le valió la pena, si toda la ilusión que vertió, los buenos y breves momentos que estuvo con él y todo lo que sintió, suman más que el dolor que debió sentir cuando lo vio casarse con otra princesa. Su pálpito se apagó, el suspiró se hizo pesado y su sonrisa se volvió en llanto, tan profundo como el mar.
Pero, ¿Cómo iba pensar que aquel por el que había dado tanto, aquel que siempre rondaba por su mente, la olvidaría a la primera de cambio y se prometería con otra? ¿Cómo le iba a pedir lo eterno a un simple mortal? Se equivocó. Lloró; y, lágrima a lágrima, volvió a formar parte del mar...
Artemaniaco
No podemos evitar cometer errores y dejarnos llevar por las emociones, de todos modos, a veces merece la pena "equivocarse"...
ResponderEliminarHazel*
"Es mejor haber amado y haber perdido dicho amor, que nunca haber amado"
ResponderEliminarYo creo que es mejor arriesgarse aunque no acabes bien que no intentarlo y quedarte con la duda. Si hay algo peor que el bien y el mal, la alegría o el dolor, es la incertidumbre.
Estoy de acuerdo con vosotras pero no puedo dejar de pensar que quizá no se tiene sed hasta que se ha probado el agua...
ResponderEliminarArtemaniaco
el cuento no se acaba aquí. Hay mucho lo que llamamos 'drama', siempre hay, pero al final después de todo lo malo, aparece algo bueno. Detrás de alguna puerta aparecerá otro principe. nadie sabe si será su nuevo amor por siempre o no, pero ella volverá a ser feliz. estoy segura!
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