Todos los cuentos suelen tener una moraleja más o menos explícita en su historia. Con caperucita roja y su lobo aprendí que no debes fiarte de los extraños; con pinocho, que no debería mentir... El último cuento que ha pasado por mis manos es el de la cenicienta; quizá todos recodemos la calabaza, a las envidiosas hermanastras o el reloj dando las doce, pero sin duda, lo que más capta nuestra atención son los pequeños zapatos de cristal; no solo por lo bellos que son, sino porque son el elemento del cuento que hace que se produzca el ansiado “felices para siempre...”
Sin embargo, me sorprendí al ver como en la última versión, el zapato en el que todos albergamos tantas esperanzas simplemente se rompe, se hace añicos. ¿Qué cabía esperar realmente? Era de cristal...
Pobre cenicienta, se cortó. Pobre príncipe, nunca encontrará el amor...
Artemaniaco.
Solo es el final de una historia, pronto llegará la que termine con ese "¡felices para siempre!".
ResponderEliminar(Y no destroces ni un cuento más!)
Hazel*
ahi estamos laura, salva la inocencia perdida! =) jaja
ResponderEliminarPues me da que el próximo será la sirenita... :( ya te contare porque Hazel*...
ResponderEliminarArtemaniaco.
Madre mia...
ResponderEliminarBueno, la sirenita tampoco me gusta tanto... Creo que podré soportarlo!
Hazel*
Vamos Artemaniaco! después de todo lo malo que pasa en nuestra realidad, los cuentos quedan para creer en ellos, para saber que si que existe 'felices para siempre'. cree en la magia! :}
ResponderEliminar(pobre sirenita!)