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domingo, 12 de diciembre de 2010

Para lo que sea


       Todo vale. 
       Esta marca de medicamentos ha dedicido utilizar un cuadro de Edvard Munch, El grito, como reclamo publicitario. La expresión desfigurada de dolor que porta la figura principal de la obra transmite al espectador, y cliente en potencia, una sensación de malestar que resulta casi agobiante. Y sobre ello, como solución a sus problemas, flota la caja del medicamento. La caja que contiene el remedio que  devolverá el orden y mitigará el dolor. Como es una obra con mucha fuerza y capacidad para transmitir ese desasosiego, resulta perfecta para anunciar el producto y difundir el mensaje de que ese medicamento calma cualquier tipo de dolor.
       Para mi el único problema es que no sé hasta que punto el usar obras de arte para crear publicidad afecta a esas obras. Creo que si se usan de vez en cuando y de un modo ingenioso y elegante que no desmerezca la obra, entonces resultarán interesantes y tendrán ese gancho publicitario que se pretende conseguir. Pero si se emplean de manera sistemática sin establecer una relación entre la obra y el  producto, el anuncio pierde todo su sentido y su intención. Es importante no olvidar que se está usando una obra de arte de otro autor, y quien crea el anuncio la está modificando y, aunque lo se pretende es llamar la atención, la obra original no debe perder su significado porque entonces no habría razón para utilizarla.

Hazel*

2 comentarios:

  1. Muy bien, ya me iba a quejar yo de lo aberrante que resulta la composición.
    Es como todo, el exceso es dañino

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  2. Es que este en concreto no es muy afortunado. Tienes razón.

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